Mujica es hoy un señor mayor, un agricultor de ochenta y cinco años que, paradójicamente para algunos, llegó a ser presidente de su país. Un hombre que habla pausado y sereno, un viejo de una sabiduría arrolladora que comparte su historia y sus aprendizajes con la calma de un monje budista. Bien, esa no es nuestra serie. Nuestra serie es la de un joven que atraviesa el tiempo como un relámpago, veloz y poderoso, por la fuerza de su propio deseo, con la urgencia que le imprime la convicción de que un mundo mejor es posible. Un joven decidido y entregado a la irreverente aventura de cambiar la realidad, de hacerla explotar. Nuestra serie es la del Mujica más vivo que nunca. La del joven cuya sangre hierve.